El diagnóstico positivo de anemia se realiza al encontrar una disminución de la concentración de hemoglobina en el hemograma por debajo de los valores de referencia establecidos por la OMS, pero la relevancia clínica de este valor analítico debe individualizarse en el contexto clínico del paciente.
Una buena historia clínica y una exploración física exhaustiva, junto con algunos estudios básicos de laboratorio adicionales al hemograma completo (frotis sanguíneo, reticulocitos, test de Coombs y patrón férrico) nos permitirán realizar el diagnóstico diferencial inicial de la anemia en base a criterios morfológicos (microcítica, normo o macrocítica) y etiopatogénicos (regenerativa o central).